jueves, 4 de enero de 2018

Un cenicero precioso de poliuretano

UN SEÑOR DE PINTO QUEDA MUY SATISFECHO CON EL REGALO QUE LE HACE EL AMIGO INVISIBLE

Y él que se pensaba que iban a regalarle cualquier tontería...

-Es magnífico –comentó el señor, visiblemente emocionado- Voy a empezar a fumar para poder utilizarlo…

Reside en Pinto, pero se desplaza habitualmente a Valdemoro

-Lo menos ha tenido que costarle seis euros –reflexiona abrumado



Testigos presenciales afirman haber visto claramente cómo un señor que acababa de abrir el regalo de su amigo invisible manifestaba todos los síntomas propios de quien se encuentra muy satisfecho y muy a gusto con el regalo recibido. El suceso ocurrió en el transcurso de una comida de hermanamiento –valga la redundancia- entre las familias políticas de un perito mercantil recientemente jubilado, reunidas a la mesa con motivo de la festividad de reyes, aunque ellos hacían amigo invisible para ahorrarse una pasta y llevar mejor la cuesta enero. El señor, visiblemente emocionado, manifestó que era el regalo más bonito que le habían hecho en mucho tiempo, prometió gratitud eterna a su benefactor, y lamentó haberse portado él muy mal con su amigo invisible al que le había hecho un regalo de mierda, pero que prometía enmendarse para el año que viene.

-Lo menos ha tenido que costarle seis euros –manifestó el señor con lágrimas en los ojos y el cenicero en la mano – Voy a empezar a fumar para poder utilizarlo….

El señor en cuestión es natural de Pinto, pero se desplaza mucho a Valdemoro por cuestiones de trabajo, lo que nos aclara un compañero de Pilates por si tiene algo que ver.

Nadie se esperaba nada así de un amigo invisible, por lo que la familia
celebró con regocijo el éxito del cenicero. Luego el padre
denunció que durante el abrazo le habían sustraído la cartera.

Pero no acaban aquí las extraordinarias noticias ocurridas durante las celebraciones de la epifanía. Al cierre de la edición nos informan de una señora de Tomelloso ha contactado con la redacción para hacernos saber que su marido recibió este año de su amigo invisible unas pantunflas de estar en casa, de esas de los chinos, y que, lejos de tirarlas al contenedor como solía hacer con las mierdas que le regalaba otras ocasiones el amigo invisible, ahora se pasea con las pantunflas por la casa e incluso baja con ellas a pasear al perro.

-Ya olía a pies en la misma caja y tenía un agujero en la suela, pero él no dijo nada, se las puso, y hasta ahora –nos confía la mujer de Efraín Ciruelo, que prefiere que no lo citemos por su nombre –decir decir, nunca ha dicho que le gustan, porque él es muy callado y nunca dice nada. Ahora, es obvio que le gustan. Si no, ¿por qué coño de las pone…?

Los vecinos de don Efraín que nos salieron al paso en el descansillo al vernos con la cámara y los micrófonos nos confiesan que eso no es nada y que nos hacemos noticia de nada, y que en su bloque esas cosas pasan con mucha frecuencia.

-A mí mismo, sin ir más lejos, -nos confió un vecino del bajo que nos autorizó a poner su nombre pero que no nos da la gana- me acaban de regalar un manual de acordes para guitarra. ¿Tengo yo guitarra? No. ¿Sé yo algo de acordes para guitarra? En absoluto. ¿Y me quejo yo del amigo invisible? Para nada. Me cojo las gafas y me pongo con el libro. Lo leo y lo disfruto…

No hace falta saber guitarra para tocar la guitarra. Ni siquiera
hace falta  tener guitarra para tocar la guitarra. Solo un manual
de acordes para guitarra regalado por nuestro amigo invisible


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