sábado, 7 de enero de 2017

Resaca navideña

UN INDIVIDUO SOBREVIVE A LAS CELEBRACIONES NAVIDEÑAS  SIN APARENTE MERMA DE SUS FACULTADES MENTALES

El individuo es trasladado para observación a dependencias
hospitalarias, donde le sustraerán el reloj y le harán diversas pruebas,
algunas metiendo algo en el ano

Pregunta por su identidad y no pronuncia palabras que empiecen con jota, pero su salud es razonablemente buena.

Formaba parte de un estudio sobre los límites de la resiliencia humana

Comparado con esto, lo del señor de 105 años una hora en la bicicleta, una mierda.




Un tipo de ascendencia malagueña pero con residencia y el corazón en Pontevedra ha logrado sobrevivir a todas las entrañables celebraciones familiares sin grave merma de sus facultades mentales y con apenas una leve confusión témporo espacial  acerca de su identidad, y la imposibilidad temporal  de pronunciar palabras que empiecen por jota.  El individuo en cuestión se había presentado voluntario a una investigación promovida por la Universidad de Ohio, en Ohio, que analizaba el nivel de sufrimiento inherente a ritos de iniciación e integración en sociedades atávicas. Se da la circunstancia de que el individuo en cuestión aumentó además su grado de exposición a eventos entrañables con dos fiestas añadidas al calendario ordinario de celebración, a saber, un cumpleaños el 12 de diciembre, previo a las fiestas, y un aniversario el 27 de diciembre, en plena euforia navideña.

El experimento, patrocinado por la confederación nacional  de artesanos del turrón y perfumerías Puig, tenía como objeto conocer los límites de la resiliencia humana en condiciones de penosidad extremas. Así, las condiciones del experimento establecían la celebración de todos los eventos familiares en pisos de entre sesenta y noventa metros cuadrados, con asistencia de entre catorce y veintidós familiares y un mínimo de siete cuñados en cada una de ellas. Las comidas tendrían lugar en torno a mesas rectangulares, no muy largas y con prolongaciones de sujeción endeble, en torno a la cual se dispondrían banquetas de asiento duro, algunas dispuestas en los mismos picos esquineros de la mesa, en las que naturalmente habría de ubicarse el sujeto hasta en un ochenta por ciento de los casos. Las celebraciones, en todos los casos, tendrían una duración no inferior a siete horas, tres de las cuales habrían de transcurrir necesariamente en torno a la mesa sin posibilidad alguna de levantarse de ella para cambiar de postura o estirar las piernas. Pasadas las cuales, el sujeto podría levantarse y abandonar su ubicación en la mesa, pero no para sentarse más cómodamente en los sillones, que ya estarían ocupados por cuñados, sino para deambular por el pasillo o asomarse ocasionalmente a alguna ventana libre. Asimismo, las familias habrían de contar, durante todas las comidas y cena, con al menos tres cuñadas, que hablarían muy alto sobre cualquier cosa, todas a la vez y sin escucharse, con predisposición a saltar y engancharse a la más mínima, con picos en los que todos los miembros familiares hablarían a la vez, salvo el sujeto.

Al menos en dos de los eventos, nochebuena y nochevieja, los pisos de celebración habrían de radicarse en un radio superior a los cuarenta kilómetros de distancia, desde los cuales el sujeto, único conductor de su unidad familiar, habría de volver no antes de las tres y media de la mañana en condiciones de visibilidad escasas o nulas por las condiciones meteorológicas, niebla o llovizna, amén de tener que dejar antes en su casa a un cuñado que habría de vivir al otro lado de la M-30.

Escaner cerebral donde se muestran las partes más afectadas por la exposición masiva a celebraciones navideñas. Salvo la atrofia testicular y la pérdida de identidad, no se han encontrado lesiones significativas. El dedo no señala nada, sino que intenta ocultar un feo grano oscuro en el occipicio que no se sabe bien a qué pueda deberse.

Con todo, las conclusiones del estudio fueron sorprendentes. Así, el sujeto, pese a todas las previsiones, lograba salir indemne durante las dos primeras horas de cada celebración, en las que incluso se encontraba animado y relativamente amable con los cuñados, contribuyendo con algún chiste ocasional y receptivo a las conversaciones que le llegaban desde varios puntos simultáneamente. Durante las horas de máxima tensión, esto es, a partir de las cuatro horas de celebración, el individuo lograba de alguna manera levantarse de la banqueta y, mediante excusas o subterfugios, ganar el cuarto de los abrigos, en cuya cama se arrebujaba en medio de trencas y chaquetones con intención de pasar así el esto de la velada. Es de reseñar que en ambos casos fueron inútiles sus prevenciones. En uno apareció una cuñada que, so pretexto de rebuscar algo en su abrigo, se tiró un largo y sonoro pedo que llenó de pesadillas sus ensueños y arruinó sus esperanzas de echar un sueñecito antes de emprender el medio centenar de kilómetros de vuelta. Durante el transcurso del segundo, apareció otra cuñada que, descubriéndolo arrebujado entre los abrigos y creyéndole dormido, despotricó contra él en voz alta a quien quisiera oír,  argumentando que J. siempre hacía lo mismo cuando acudía a casa ajena, dormitando por los rincones, y que si eso se le ocurría hacerlo en casa de ella, se iba a enterar J. de lo que era buscarse acomodo en cualquier cama en vez de celebrar y estar con la familia.

Se han intentado reproducir las condiciones de celebración de los entrañables
eventos navideños mediante simulación por ordenador, sin resultados. Al parecer, la interacción virtual con cuñado sy cuñadas no ha alcanzado todavía un nivel de verosimilitud aceptables.

El sujeto permanece aún en observación, pero todo apunta a que saldrá de esta con el sistema nervioso e inmunológico relativamente indemne. De ser así, constituiría el primer caso constatado de supervivencia integral a una exposición masiva a familia, preparativos, compras, cenas, turrones, reyes, amigo invisible, conversaciones con cuñados, champan semi-seco y anuncios de colonias en francés.

Afortunadamente los villancicos, excepto grandes superficies a finales de noviembre, dejaron de formar parte del repertorio obligado de la entrañable alegría navideña.


El individuo además se tragó todos los anuncios de colonias, dado que
sus cuñadas no querían cambiar de canal hasta que acabara la película

11 comentarios:

  1. Si es lo que digo yo señor Isac, que por eso lo digo: que hay que tener en cuenta que cuñado viene de cuña y ese cura no es mi padre. Superviviente y hasta sobreviviente de los pasados festejos me he emocionado al verme retratado, no en la radiografía adjunta, sino en la ajustada descripción de los eventos familiares que con tan firme pulso ha descrito.
    Y eso que mis cuñados/as son gente amable, educada y cariñosa (esto lo digo porque doce de ellos miran por encima de mi hombro cuando escribo) a pesar de su fama de egoístas, ruidosos y tragaldabas buitres carroñeros (esto lo escribo cuando ya se han ido).
    Que suerte tuvo el sujeto del que habla de encontrar la cama en la que todos ponen los abrigos, que en mi caso ni eso, que tuve que estar durante todas las reuniones familiares en el tan bien descrito pico del endeble tablero añadido a la mesa, sin poder apoyar los brazos por temor a derrumbe... que quizá hubiera sido una buena solución para salir corriendo.
    En fin, señor Isac, que veo que ha empezado con buen pie -en este caso con buena tecla -el año, lo cual es una garantía para que sigamos disfrutando de este interesante y original blog, que será ejemplo de generaciones venideras por venir, que es lo que suelen hacer las generaciones... aunque incluyan cuñados/as, qué le vamos a hacer (¿envenenarlos, quizá?... vaya no debería haber escrito esto, pero ya que lo hice ahí queda).
    Quino

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    1. Pero que quede claro que no tenemos nada contra los cuñados en general. Solo contra los nuestros. Es decir, yo lo míos y usted los suyos. Ni eso. No tenemos nada contra los cuñados como entes individuales y particulares, así tomados de uno en uno, que diría Paco Ibáñez, salvo que me dirijan la palabra o que sorban la sopa, que eso no lo trago, valga la redundancia. Es contra el concepto de cuñado contra lo que me rebelo y despotrico, y sangro y lucho y pervivo, que diría Juan Manuel, no el infante sino Serrat (qué viejos somos). Es la cuñadez misma la que me revuelve y exaspera. Y eso que yo mismo, muchas veces, soy cuñado sin proponérmelo. Qué paradójicos somos. Sobre todo usted, que no gasta calcetines.

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  2. Por cierto, se me olvidaba decir que yo soy el espécimen del anuncio de Acqua di Gio, de Armani... y eso que estaba sin arreglar, recién levantado.
    Lo digo por si alguna señorita cariñosa pregunta por mí, que puede usted proporcionarle mi teléfono, dirección postal y electrónica, número de zapato, contorno de cintura, número de DNI... en fin, que me facilite usted las cosas, caramba, dada la internacional difusión de este blog que lo es.
    Agradecido.
    Quino

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    1. No se preocupe, que si alguna señorita se interesa, ya le daré, como usted bien sugiere, mis datos.

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    2. P.D. Todavía no han aparecido los diez euros. No sé a qué espera el comisario. Por cierto, no me ha quedado claro dónde ha dicho que ha reservado.¿Ha dicho Diverxo...?

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  3. No me hables de las fiestas , no me hables de las fiestas, y mucho menos de cuñados que estoy de acuerdo con lo que dice Quino con eso de la cuña.
    Pero hemos sobrevivido y por lo tanto Feliz Año,

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    1. Y lo malo no son los cuñados, que esos mal que bien los conocemos. Los concuñados, son el problema, los concuñados, que pillan lejos en grados de afinidad pero siempre nos tocan al lado en las mesas.
      Un momento... pues igual dicen ellos lo mismo de mí.
      Bah, no creo.

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  4. Que dice don Felipe VI que no se queje, que no sabe usted lo que es bueno, que para cuñados los suyos
    Y es que no hay más que mirar hacia atrás para... bueno, lo dejo, que me estoy liando.

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  5. He tenido noticia de que alguno de mis cuñados se ha asomado a este blog, por supuesto por error, y quiero reiterar categóricamente que mis palabras se han sacado de contexto y que los cuñados son la cosa mejor que nos ha dado este mundo. Vergüenza debería darles hablar así de los maridos de las...de los hermanos de su...de mi... bueno, vergüenza debería darles.Y besar el suelo que pisan, si es que lo pisan, que hay alguno que levita mismamente, de lo buenos que son y lo bien que hablan y la poca guerra que dan.

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  6. hay que ver lo dañinas que son la cazalla y las buenas intenciones.
    Quién le ha visto y quién le ve, don J.J., a usted, Martillo de cuñadas y cuñados, Presidente de la AVN (Asociación de Víctimas de las Navidades), Adalid de las Contrafiestas, ahora dando marcha atrás con el freno de mano echado.
    Qué decepción, repito, qué vergonzoso baldón para este blog pionero en la lucha contracuñadil.
    Y no sigo porque la indignación me enmudece, o paraliza el teclado, que para el caso...

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  7. A mí los cuñados no me han hecho más que bien. Y es algo que siempre he mantenido. Yo le daría a cada español no casado un cuñado al menos para que sepa lo que la alegría y la felicidad de pasar tantos momentos juntos. Tantos, tantos, tantos, tantos momentos juntos. Se me saltan las lágrimas. Es de alegría...

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